La cárcel de la isla San Lucas, que funcionó entre 1873 y 1991 albergando a los reos más peligrosos de Costa Rica, busca crecer como destino turístico con su oscura historia de torturas y la riqueza natural que la rodea. La isla San Lucas, de 472 hectáreas, se ubica a tres kilómetros de la costa de Puntarenas, en el Pacífico central de Costa Rica, y es visitada por turistas interesados en conocer la historia de la cárcel y las condiciones infrahumanas y de tortura que enfrentaban a los reos.
El sitio aún no es todo lo apto que las autoridades quisieran para recibir visitantes, por lo que hay en marcha proyectos para restaurar los edificios históricos que se encuentran muy deteriorados por el paso de los años. El gerente general del Instituto Costarricense de Turismo (ICT), Juan Carlos Borbón, dijo que espera restaurar la capilla del lugar a más tardar en año y medio, con una inversión cercana a los dos millones de dólares.
El edificio de la capitanía del centro penal fue restaurado el año pasado con una donación japonesa, la cual también incluye obras en el futuro como la reconstrucción del muelle y la edificación de una casa para los guardabosques, un centro de educación ambiental para los turistas, servicios sanitarios y una planta de tratamiento de agua.
La isla posee sitios arqueológicos indígenas, una enorme biodiversidad, así como exhuberantes playas donde existió el interés de construir complejos hoteleros. Esa iniciativa fue descartada por el Gobierno en el 2003 con el fin de conservar la naturaleza de esta zona de pasado oscuro para un país reconocido por la protección de los derechos humanos.
Via | Iberoamérica
Foto | CR Hoy