A poco más de dos horas de San José se localiza esta región de los bosques de Sarapiquí, en el norte de Costa Rica, que no ha tenido un desarrollo turístico tan acelerado como otras zonas del país, y que es el hogar de una riquísima biodiversidad alimentada por las aguas del río del mismo nombre, ideal para una escapada de fin de semana.
Las llanuras de Sarapiquí se extienden hasta la frontera con Nicaragua y a lo largo de su territorio se encuentran no sólo hoteles y sitios turísticos, sino centros de investigación científica de renombre internacional como la estación La Selva, de la Organización de Estudios Tropicales, y la reserva La Tirimbina.
En La Tirimbina se llevan a cabo los estudios más exhaustivos sobre murciélagos en todo Costa Rica. Esta reserva, de 345 hectáreas de bosque tropical alberga a 61 de las 113 especies de estos mamíferos que habitan en el país. Uno de los más llamativos es el murciélago blanco (Ectophylla alba), un pequeño animal que solo se encuentra en las selvas del Caribe de Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá.
Viven en grupos desde 3 hasta 14 de estos mamíferos voladores; una familia puede habitar meses en la misma tienda pero son difíciles de encontrar, por lo que La Tirimbina es un paraíso para los investigadores. Para financiar estas actividades, se recurre al ecoturismo con propuestas novedosas que rescatan las tradiciones locales, como por ejemplo el popular “Tour del chocolate”.
Sarapiquí ofrece además una gama importante de deportes de aventura como rafting, rapel y canopy, e incluso cuenta con el único canopy nocturno de Costa Rica, un recorrido por 14 cables en las copas de los árboles iluminado apenas por la luz de la luna. Las limpias aguas del río Sarapiquí, sirven para realizar tours de observación de aves, y con un poco de suerte se pueden encontrar reptiles y mamíferos como monos y nutrias ocultos en la orilla.